Facultad de Ciencias Humanas

18 de marzo - Inicio del primer cuatrimestre

Docentes de la carrera de Abogacía elaboraron un manual sobre resolución pacífica de conflictos que tendrá proyección nacional

En el 2016 el Ministerio de Justicia de la Nación abrió un concurso para la elaboración de proyectos sobre determinadas áreas de la carrera de abogacía, denominadas áreas de vacancia, es decir, aquellos espacios que no están desarrollados en profundidad en las currículas de las carreras de abogacía del país.

Victoria Cavagnaro, titular de la cátedra de Mediación, negociación y arbitraje de la carrera de Abogacía de la Facultad, presentó un proyecto en materia de gestión pacífica de conflictos que fue el único seleccionado de la provincia de Córdoba.

El proyecto consiste concretamente en un manual que servirá como material de estudio de la solución de conflictos de manera pacífica, material que se vuelve necesario debido a que la temática no está contemplada en todas las carreras de abogacía.

La docente explica que durante años los profesionales han sido formados bajo una única mirada: la mirada adversarial ante el conflicto, que plantea el juicio como la única vía para solucionar un conflicto. Hoy, en cambio, se promueve un abogado distinto, con una mirada distinta ante el conflicto, que pueda advertir que hay otros caminos. La idea –según explica la profesional- es que esté capacitado para gestionar el conflicto, que sepa que el juicio no es la única vía para hacerlo, sino que existen muchas otras, como la negociación y la mediación, que son procesos de resolución pacífica del conflicto donde el mediador tiene el rol de reconducir la comunicación, que muchas veces ante el conflicto se quiebra.

Esta nueva perspectiva no significa una negación del litigio, ya que según explica la abogada “el poder judicial va a existir siempre porque es una garantía constitucional adónde van las personas a reclamar cuando sus derechos no son respetados” y agrega que en esta nueva lógica, que tiene a las personas como protagonistas de la solución de sus conflictos, el rol del abogado sigue siendo fundamental. El profesional del derecho es quien tiene que acompañar, velar por los intereses de su cliente para que la solución sea la mejor posible, sin que haya destrucción en los procesos.

La docente ejemplifica esto con el caso de procesos de familia, donde quienes están involucrados en el conflicto tienen que seguir relacionándose. Eso hace necesario que puedan construir herramientas para dialogar y generar soluciones, que lejos de ser destructivas sean generativas, fundamentalmente cuando hay niños de por medio. “Esa es una de las ventajas de la mediación, que promueve que las partes involucradas puedan sentir que todas ganan en el proceso de solución. En cambio en el proceso judicial es indefectible, uno gana y el otro pierde. No hay muchas opciones. Esto, en el ámbito familiar, puede ser muy destructivo. Porque muchas veces si uno gana y el otro pierde, se inicia otro conflicto y no se resuelve el fondo de la cuestión”, sostiene.

 

Formación académica

Cavagnaro explica que en la materia Mediación, negociación y arbitraje se promueve un aprendizaje diferente al que el estudiante de abogacía viene acostumbrado: una forma de aprender bastante académica, de aprender determinados conceptos, de repetirlos y hacer esa devolución de conocimiento.

A través de la generación de situaciones prácticas, como juegos de roles o el análisis de noticias y películas para imaginar soluciones alternativas, los estudiantes dejan de ser espectadores para transformarse en una parte fundamental de la construcción del conocimiento. Esto es un desafío, ya que significa romper con el estereotipo sobre el que ellos se construyen y pasar a un modelo totalmente diferente. “La idea es romper con el pensamiento lineal con el que nos formamos durante años y gestar herramientas de pensamiento laterales”, dice la docente y resalta la importancia de la formación humanística y de la interdisciplina “porque el conflicto es complejo y a veces pensar que lo podemos resolver solo desde la norma es una mirada unilateral, que se olvida de esa complejidad”.

Herramientas como la escucha activa, la generación de preguntas y la creatividad ante situaciones de conflicto, son las que se promueven en el aula y posibilitan el trabajo en equipo. Permiten además crear consensos, complementando diferentes ideas y opiniones para lograr la mejor solución sin que la opinión del otro pierda validez.

Otra característica de esta materia es la perspectiva sobre el conflicto que se adopta: el conflicto deja de ser algo negativo y se trasforma en una oportunidad. “Si el abogado puede transmitir eso a sus clientes puede generar miradas distintas, comprometer a las personas en la resolución de sus conflictos, convirtiéndose en protagonistas. Eso permite la pacificación social, permite que las personas vean el conflicto y su resolución de modo constructivo, que el otro deje de ser un enemigo”, dice.

 

El proyecto

El manual fue elaborado por Cavagnaro y la colaboración de Natacha Jaureguiberry, profesora en Ciencias Jurídicas de la Facultad de Ciencias Humanas.

El proceso de elaboración comenzó el año pasado pero plasma todo el recorrido previo realizado por la cátedra, ya que además del contenido teórico y práctico, el manual incluye vivencias y actuaciones de los estudiantes. “Este es un reconocimiento por su participación en todo el proceso que no podría ser posible sin la devolución del estudiante. Nuestro objetivo es que el manual sea nuestro manual de cátedra. Va a ser un corolario de todo lo que se ha trabajado”, expresa la docente. Agrega que respecto a esta área temática la UNRC es  un instituto nobel porque mientras que en otras instituciones no se dicta, ésta contiene la asignatura desde la apertura de la carrera.

El manual ya fue enviado al Ministerio de Justicia de la Nación para su edición y luego será publicado en plataformas virtuales a las que se podrá acceder de manera gratuita. Si bien está destinado principalmente a estudiantes de abogacía, su contenido fue adaptado para distintos tipos de públicos, ya que busca un “efecto multiplicador”.

El concurso nacional tendrá una segunda instancia que apuntará a promover la formación de formadores, es decir de quienes van a estar a cargo del dictado de esta materia a partir del uso del material generado por las docentes de la UNRC.

Cavagnaro resalta que ser parte de este cambio es una satisfacción y es un indicador de que lo trabajado en el aula va por buen camino. “Esto también es un orgullo para nuestra Universidad. Una universidad pública que tenga presencia en estos espacios, en estos tiempos, es un gran logro colectivo”, expresa.

 

Importancia social

El concurso lanzado por el Ministerio de Justicia responde a dos situaciones que requieren otra formación en los estudiantes de abogacía: por un lado, la modificación de la ley de mediación que se realizará el próximo 1º de noviembre y establecerá la mediación prejudicial como instancia obligatoria, es decir que todos los procesos antes de llegar a juicio deberán pasar por procesos de mediación. Por otro, la existencia de una demanda de la sociedad, que reclama formas más pacificas para solucionar conflictos.

El Centro Judicial de Mediación, donde Cavagnaro se desempeña como abogada, fue creado en el  2004. El mismo recibió durante ese año 240 causas, mientras que en el 2017 aumentaron a 1600. “Esto deja ver el reclamo de las personas, que ante tanta violencia social necesitan procesos de resolución más rápidos en los que se escuchen sus necesidades y se contemple cada caso particular, promoviendo así una ciudadanía comprometida”, dice la abogada.

“Una sociedad con mayor consenso nos da mayor calidad de vida. Esto tiene una mirada mucho más multiplicadora, nos permite ser agentes de cambio, resolviendo el conflicto desde una perspectiva mucho más generativa y satisfactoria porque esas soluciones son más sanas. Esa va a ser la misión de los abogados”, sostiene.

 

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