Facultad de Ciencias Humanas

18 de marzo - Inicio del primer cuatrimestre

Malvinas:

40 años después

Cuando cayó el soldado Vojkovic
dejó de vivir el papá de Vojkovic
y la mamá de Vojkovic y la hermana
También la novia que tejía
y destejía desolaciones de lana
y los hijos que nunca
llegaron a tener
Los tíos los abuelos los primos
los primos segundos
y el cuñado y los sobrinos
a los que Vojkovic regalaba chocolates
y algunos vecinos y unos pocos
amigos de Vojkovic y Colita el perro
y un compañero de la primaria
que Vojkovic tenía medio olvidado
y hasta el almacenero
a quien Vojkovic
le compraba la yerba
cuando estaba de guardia
Cuando cayó el soldado Vojkovic
cayeron todas las hojas de la cuadra
todos los gorriones todas las persianas

Del poemario «Soldados» de Gustavo Caso Rosendi.

Malvinas

Por: Silvina Barroso*
Profesora en el Departamento de Letras

 “Las Islas Malvinas”, “la cuestión Malvinas”, “la causa Malvinas”, “la soberanía sobre Malvinas”, “el colonialismo sobre Malvinas”, “los soldados de Malvinas”, “los veteranos de Malvinas”, “los excombatientes de Malvinas”, “los héroes de Malvinas”, “las víctimas de Malvinas”, “los muertos de Malvinas”, “la Guerra de Malvinas”… núcleos semánticos que configuran un entramado significativo que no termina de armar un(os) relato(s) explicativo(s) capaz de dar cuenta de la complejidad y densidad de sentidos, históricos, políticos, identitarios que se aglutinan alrededor de Malvinas. Entramado conceptual que (se) nutre (d)el sentido común y de sentidos  naturalizados en esta cultura sin dar el salto a la construcción de categorías analíticas para la comprensión de, y el diálogo con, la experiencia social.

Una narrativa errante, diaspórica, que por momentos se silencia, por momentos reemerge con la fuerza de una deuda política, de un compromiso ético y moral y por momentos descansa en una meseta que se revive dos fechas al año en el calendario de efemérides como si en ese recuerdo forzoso se conjurara un destino trágico, una épica ausente, una pérdida, un despojo, una vergüenza.  

En la cultura nacional puede advertirse cierta imposibilidad del relato, una negación a darse una narrativa sólida, a constituir una reflexión categorial analítica capaz de profundizar, desnaturalizar y deconstruir los discursos que conforman la trama simbólica mítica sobre los sentidos tradicionales -comunes- sobre Malvinas. Esta imposibilidad para explicar Malvinas estaría atravesada por sentimientos encontrados que se enfrentan, tensionan y se resisten a asumir posiciones que echan “sal en las heridas” de una sociedad a la que le ha resultado consolador sostener discursos que no  interpelan la imaginación pública ni sus lugares comunes; discursos que no se atreven a deslizar una postura que parezca poner en cuestión la glorificación de la causa Malvinas (el reclamo de soberanía) aunque sí la metodología de la Guerra.

Si bien en el escenario cultural actual se pueden leer emergentes críticos que se atreven a formular interrogantes y esbozar nuevas explicaciones a los sentidos establecidos en el ideario nacional(ista) alrededor de Malvinas, creemos que aún hay mucho que decir, interrogar, problematizar, hipotetizar, desarmar y rearmar, proponer, descomponer, articular y desarticular sobre el tema.

 Es desde la ficción que se pueden proponer reflexiones que desborden la imaginación en orden a la identidad de los argentinos y de la nación, sus procesos de construcción, y las concepciones de patria, de nación de nacionalismo y nacionalidad. La escuela y la universidad deben proponer un discurso abierto sobre la temática a las nuevas generaciones para poder resignificar críticamente Malvinas en un debate abierto y permanente para una construcción identitaria capaz de encarnar en el futuro los desafíos internacionales de reclamo por su soberanía sobre las islas.

Las guerras, como acontecimientos trascendentales en las vidas de las naciones, en cuyos relatos se funda la épica nacional, para el senti(r)do común del argentino están atravesadas de significaciones vinculadas con la vergüenza y el oprobio; de allí que la literatura del siglo XX, desde la corriente revisionista, las narran en clave trágica y crítica. En el caso de la guerra de Malvinas, el tono trágico y la crítica, además, se enlazan con la farsa y la parodia en clave definitivamente anti-épica. 

La retórica que definió el estado argentino para construir la explicación y el justificativo de la guerra de Malvinas intentó fundarse en el paradigma retórico y poético de la guerra independentista: el destino heroico, la inquebrantable voluntad de soberanía, recuperación de derechos sobre el territorio, unidad nacional, construcción de un enemigo para la nación. El gesto discursivo fue efectivo para una enorme porción de la ciudadanía que adhirió a las arengas públicas del entonces presidente del Estado golpista. Sin embargo, ese gesto resultó tan burdo, sobre todo, tras la derrota ya que la distancia entre el discurso bélico nacionalista estatal y la contundencia de los acontecimientos se volvió infranqueable. Es en esta grieta en el campo discursivo en el que se va inscribir la literatura de Malvinas, de allí que resuelve su forma narrativa en clave de farsa, de parodia, de tragedia, de inversión.

Así, más allá de los sentidos sobre la Guerra de Malvinas que se ponen a discusión y revisión, el abordaje desde la multiplicidad de sentidos que el texto literario propone con su potencialidad epistemológica en orden a las lecturas históricas-políticas se constituyen como motores de la construcción de memorias situadas, historizadas, ejemplares.  Así memoria y literatura constituyen dispositivos culturales fundamentales para reorientar prácticas pedagógicas para la construcción de una ciudadanía crítica y activa en las agendas histórico-políticas del presente en torno a la revisión y redefiniciones de identidades.

Desde Los pichiciegos (Rodolfo Fogwili-1982) hasta Ovejas  (Sebastián Ávila 2021) la literatura argentina insiste con Malvinas; hay un relato inacabado, hay una necesidad de volver a Malvinas, siempre y la literatura parece ser el discurso que reafirma esa voluntad nacional; la que bucea en el sinsentido de la guerra y hace memoria.

*Directora de: Repensar Malvinas desde el discurso público/escolar. Construcción de categorías analíticas desde la literatura y el cine. Convocatoria 2015 Malvinas y Universidad SPU.

Directora del PPI: “Literatura, cultura y política: repensar Malvinas desde el discurso público educativo. Construcción de categorías analíticas desde la literatura y el cine” 2016-2018

Malvinas: miles de maneras de mirar unas manchas

Por: Pablo Dema
Profesor en el Departamento de Letras

Acaso no sea descabellado afirmar que la intensidad de un momento histórico se mide por el contraste entre la brevedad de su consumación y su capacidad de persistir en la memoria colectiva. Los 72 días que duró el conflicto bélico de Malvinas en 1982 dieron lugar a una cantidad de actos y de palabras, de rituales y de reflexiones que, lejos de menguar, se incrementan año a año, transformando a Malvinas en uno de los temas más densos de nuestra historia reciente. Los estudios académicos, las acciones diplomáticas, la glorificación de quienes se sienten héroes, las reivindicaciones de quienes se sientes víctimas, las efemérides escolares, el triunfalismo y el derrotismo de la sociedad argentina, el nacionalismo fatal y los justos reclamos de soberanía, todo eso converge en Malvinas para transformarla, más que en un espacio real a recuperar, en un espacio en el que el imaginario argentino se proyecta en su totalidad. La pregunta por Malvinas se transforma, por su densidad, en una pregunta por lo que somos y por lo que nos debemos como argentinos. 

Un índice de la complejidad de Malvinas es la creciente incursión de los protagonistas del conflicto en el terreno del arte. Sus voces se incorporan a través de la pluma de escritores que los consultan antes de escribir, como lo hizo por ejemplo recientemente Juan Terranova, quien en se entrevistó con cuarenta excombatientes durante el proceso de escritura de su novela Puerto Belgrano (2017). Algo similar a lo que hizo Patricia Ratto para documentarse acerca de la incursión de los submarinistas que intervinieron en Malvinas narrada en su novela Trasfondo. Más significativo aun es el caso de la obra teatral Campo minado, dirigida por Lola Arias y estrenada en 2015, en la que trabajan tres excombatientes argentinos y tres excombatientes ingleses. La obra es un verdadero acto de rememoración pasado por el cedazo del proceso creativo que entra en diálogo con públicos diversos, tanto argentinos como extranjeros. El libro de poemas Soldados, del excombatiente Gustavo Caso Rosendi, y el libro para niños Pipino el pingûino, el monstruo y las Islas Malvinas, del también ex combatiente Claudio Garbolino son dos muestras más de la compleja elaboración del tema de Malvinas y su integración en diferentes estratos de la sociedad argentina. A 40 años del conflicto, hay miles de maneras de mirar unas manchas situadas en un lugar a la vez remoto e íntimo de todos los argentinos.

Las Malvinas argentinas

Malvinas a 40 años de la Guerra.
Acuerdos, disputas y deudas pendientes de la democracia argentina.

Por: Gustavo Eduardo García
Prof. Dpto. Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales - FCH- UNRC – Coord. Área Malvinas.

El dos de abril de 2022 se conmemora el cuarenta aniversario de la recuperación de nuestras Islas Malvinas y demás archipiélagos del Atlántico Sur. Si bien la derrota militar ha sido considerada  como un “hecho bisagra” en la historia de nuestro país, dado que dio término a un largo período signado por la presencia de gobiernos militares, para los que estudiamos la denominada “Cuestión Malvinas”, la guerra significó otro capítulo- quizás el más doloroso- en el largo derrotero de reclamos nacionales sobre los archipiélagos irredentos y que tuvo como punto de inicio a la usurpación británica operada en el siglo XIX. 

Por ello, al cumplirse un nuevo aniversario de la gesta, podemos- y debemos- preguntarnos: ¿Qué ha hecho la democracia argentina en estos casi treinta y nueve años, por honrar a los caídos y a los que, desde diferentes espacios y roles, han luchado por la recuperación de los territorios de los que fuimos ilegítimamente expulsados? 

En este sentido, no está de más recalcar que la derrota militar no ha privado a la República Argentina de sus legítimos derechos sobre las islas australes y sus espacios marítimos circundantes. De hecho, las resoluciones posteriores al conflicto, aprobadas en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas, mantuvieron los principios esgrimidos por la Resolución 2065/XV de 1965. Esto es, reconocieron la existencia de una “disputa de soberanía” territorial entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y la República Argentina, que debía resolverse a través de negociaciones que tuviesen en cuenta los intereses- y no los deseos- de la población isleña.  

Sin embargo, no podemos desconocer que la guerra también cambió la forma en que se desarrollarían las relaciones entre las partes en conflicto hacia el futuro. Para los británicos la victoria militar implicó la negación expresa de la disputa y de su obligación de negociar la soberanía sobre las Islas, pese a que los acercamientos operados en el período transcurrido entre 1965 y 1982 no dieron los resultados esperados. Todo lo contrario, al año de concluidas las hostilidades se comenzó con un plan de inversiones nunca antes visto por parte de la Corona en las Islas Malvinas, que incluyó la construcción de una base militar- la más poderosa del Atlántico Sur- inaugurada en 1985, la aprobación de una Constitución, el otorgamiento de ciudadanía plena para los isleños y la invocación del “derecho a la autodeterminación” de la población isleña como argumento central de justificación de la ocupación británica a nivel internacional. 

A pesar de lo falaz que pueda resultar la utilización del argumento de la autodeterminación de los pueblos para una población que lejos está de poseer las características propias de un “pueblo con derecho a autodeterminarse”, lo cierto es que con el correr de los años fue obteniendo apoyos internacionales que hicieron aún más difícil la posibilidad de habilitar canales de negociación sobre la soberanía sobre las islas. En esta línea, los sucesivos gobiernos  democráticos no encontraron las herramientas que habilitaran o fueran marcando un camino en ese sentido. 

En general, podemos resumir las políticas exteriores de los gobiernos democráticos en dos líneas bien claras. En primer lugar, aquellas que se negaron a discutir con los británicos cualquier aspecto relacionado con los archipiélagos que no incluyeran a la soberanía sobre los mismos. Aquí podemos nombrar a los gobiernos de Raúl Alfonsín, Fernando de la Rua y, actualmente, a los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Alberto Fernández. Por otro lado, tenemos las políticas exteriores de gobiernos como los de Carlos Menem y Mauricio Macri que pretendieron hacer concesiones económicas hacia los británicos – y los isleños- como una manera de abrir un canal de dialogo, que bajo la figura del “paraguas de soberanía” permitiese, en el mediano o largo plazo, ir incluyendo aspectos vinculados a la soberanía sobre los territorios en disputa. Lo cierto es, que transcurridos ya casi cuarenta años de gobiernos democráticos, las posibilidades de recuperar los territorios reclamados aparecen en el horizonte, mínimamente,  como de difícil concreción en el corto o mediano plazo.  

De hecho, pareciera que las discusiones internas sobre la materia, manifestadas por los diferentes sectores políticos, están destinadas a quedar atrapadas en alguna de estas dos líneas antes mencionadas, condenadas a cambiar en un sentido o en otro, según el gobierno de turno. Esto impide toda discusión innovadora sobre cómo encarar las reclamaciones de una manera más eficaz. Con el tiempo transcurrido, lo que sí parece quedar en claro es que la recuperación de los territorios no se va a dar de un día para el otro y sería ilusorio pensar que vaya a ser el resultado de medidas tomadas por un solo gobierno. 

Quizás la Resolución AG 2065/XV antes mencionada deba servirnos de modelo sobre  cómo debe encararse una política exterior que tenga como norte la recuperación de nuestras islas. Lejos de ser el resultado de la visión política de la Cancillería liderada, por aquel entonces, por el Dr. Miguel Ángel Zavala Ortiz, su aprobación implicó un trabajo diplomático iniciado mucho tiempo antes. No podemos pensar el éxito de una política solo por la clarividencia de un solo líder político. La “Cuestión Malvinas”, si bien tuvo una repercusión internacional mayor con la aparición de la Organización de las Naciones Unidas en 1945 y el proceso de descolonización iniciado en ese período, no hubiese sido posible, de no ser por la decisión constante demostrada por la diplomacia argentina, casi desde el mismo momento en que se produce la usurpación en enero de 1833 y la aparición de la “doctrina Guido”, que estableció la necesidad de no cesar en las reclamaciones y quejas ante el Reino Unido, aunque las mismas no sean respondidas en el sentido y el tiempo deseado. 

Esta realidad es la que nos obliga, a cuarenta años del conflicto, a repensar una política exterior que tenga en cuenta las actuales características del orden internacional, la necesidad de consolidar alianzas con los países de la región y del Tercer Mundo- sobre todo con los que mantienen conflictos coloniales que perduran hasta el día de hoy- siempre con el objetivo de presionar a los británicos para que se restablezcan las negociaciones sobre la soberanía de las islas. Es momento que la democracia argentina asuma la responsabilidad que pesa sobre ella en la búsqueda de nuevos caminos. 

Los caídos en las islas y los que allí combatieron merecen ese reconocimiento.

(De)construcción de sentidos sobre Malvinas: la visión antiépica de la literatura argentina contemporánea

Por: María Belen Urquiza
Graduada en el Departamento de Letras

Como afirma Vicente Palermo (2007), en la actualidad la guerra de Malvinas es un reemergente en el campo sociopolítico cultural, y esto hace que siga constituyendo un elemento central para la configuración de la identidad nacional. En este sentido, existen diferentes nudos problemáticos que hacen que la guerra de Malvinas sea un evento difícil de codificar en la memoria colectiva de nuestro país. En primer lugar, la guerra y sus protagonistas oscilan entre dos extremos inaccesibles a la discusión: el limbo de las víctimas, o el Panteón atemporal de los héroes y mártires de la Patria. En segundo lugar, el silenciamiento y/o apropiación que se hizo del conflicto en distintos momentos generó casi tantas muertes después de junio de 1982 como durante esos 74 días de 1982, es decir que la forma en que se recuerda el conflicto bélico, sus muertos y cómo se trata a sus sobrevivientes ha dejado marcas físicas y psíquicas en los cuerpos, pero también en el territorio, no solo en los protagonistas, en distintas localidades, sino también en el imaginario colectivo de nuestro país. En tercer lugar, el silencio y la dificultad para pensar Malvinas y a los excombatientes y sus organizaciones da cuenta no solo de la complejidad de los hechos sino también de cierta incomodidad para pensar las responsabilidades sociales por el lugar que tienen quienes combatieron, en nuestra memoria.  Lorenz (2011) afirma que “formamos parte de sociedades que, postconflicto, han construido una imagen pacífica de sí mismas, lo que dificulta aún más la idea de que las guerras y las violencias fueron legitimadas y naturalizadas en otros momentos de la historia (inclusive por esas mismas sociedades)” (50)

 En cuarto lugar, no son lo mismo las generaciones que fueron a la guerra como conscriptos y aquellos que estaban haciendo carrera militar y eran parte de unas Fuerzas Armadas que habían llevado adelante las violaciones a los Derechos Humanos. Estos jóvenes fueron retratados como “otros” dañados, tratados, antes como víctimas, pero no como sujetos activos de la historia reciente de nuestro país, por el trauma de la derrota, pero sobre todo por la responsabilidad no asumida socialmente. En definitiva, el no tratamiento de estas diferencias dejó lugar a que otros sectores, como las Fuerzas Armadas, pudieran apropiarse, en cierta forma, de la experiencia de la guerra, recuperando cierta legitimidad luego de lo que significó la última dictadura militar.  Por último, pensar la guerra de Malvinas implica pensar la última dictadura militar, y esto es lo que más ha dificultado las distintas lecturas que se han hecho del conflicto, en gran parte porque no se lo abordó en su especificidad, es decir, como una guerra. Lorenz  explica que “cuestionar la subsunción de «Malvinas» en «la dictadura» no implica autonomizar ambos campos hasta desprenderlos de todo lazo sino exactamente lo contrario: al reforzar el objeto «guerra de Malvinas» dándole precisión, las explicaciones sobre la dictadura ganarían en complejidad” (49). Por ello, Lorenz rebate las explicaciones que hacen aparecer la guerra como un evento más de la dictadura. 

Este panorama complejo nos interpela a asumir una mirada interdiscursiva capaz de deconstruir sentidos impuestos por el discurso nacionalista que nos han anclado en el pasado — sobre el que nada podemos hacer — sin permitirnos pensar críticamente el presente y proyectar hacia el futuro –sobre el que sí tenemos incidencia–. En este sentido, las narrativas literarias que trabajan como tópico la guerra de Malvinas renuncian a la construcción de explicaciones y mantienen una relación dinámica entre los sentidos comunes de la experiencia, los sentidos impuestos por el discurso autoritario y los sentidos construidos en los años anteriores a la guerra. La literatura sobre Malvinas se erige como memorial y no como un monumento, en la medida en que no pretende generar un anclaje ni un relato unívoco, sino una apertura de sentidos.

De este modo, en el corpus de cuentos y novelas estudiados pudimos leer concepciones de la guerra desde la perspectiva de la antiépica, la construcción del soldado en tensión entre las categorías de héroe y de víctima, las distintas posturas acerca de la guerra de acuerdo al lugar geográfico desde el que se vivió. Dichos textos exploran nuevos escenarios como contar la guerra desde el fondo del mar; profundizan el uso de la ironía y el absurdo; recuperan la imagen de la guerra como juego, film, obra teatral, representaciones que  dan cuenta de una sensación de irrealidad de lo que se vive porque la imagen que se tiene de la guerra es romántica o épica y Malvinas no se amolda a esa representación, desde esa lógica no se entiende.

A modo de cierre y sin pretender un análisis exhaustivo, imposible en estas páginas, podemos concluir que la literatura sobre Malvinas tensiona y deconstruye los supuestos nacionalistas arraigados en otros discursos sociales, especialmente en el discurso oficial. Al hacerlo, propone otros sentidos para pensar Malvinas que la alejan de la glorificación y consecuente museización, y que abren el juego a debates futuros, al uso ejemplar de nuestro pasado (retomando a Todorov) y a la construcción de nuestra memoria social. Y es que hemos recibido una herencia y, en consecuencia, hemos repetido frases hechas vacías de contenido crítico y político, pero la literatura nos permite recuperar ese pasado para proyectarnos hacia el futuro, recuperar la historia de nuestro país para romper silencios y contribuir a la construcción de las memorias, porque la lectura suscita ese encuentro que “puede hacernos vacilar, hacer que se tambaleen nuestras certidumbres, nuestras pertenencias (…) Nuestras vidas están hechas de herencias, pero también están hechas de movimiento (…)”. (Petit, 1999:6)

Referencias bibliográficas

  • Lorenz, F. (2011). “El malestar de Krímov. Malvinas, los estudios sobre la guerra y la historia reciente argentina” en Revista Estudios N° 25, enero-junio 2011.
  • Palermo, V. (2007) Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura contemporánea argentina. Ed. Sudamericana.
  • Petit, M. (1999) Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, México: Fondo de Cultura Económica.
  • Todorov, T. (2000) “La memoria amenazada” en Los abusos de la memoria (Barcelona: Paidós)

Malvinas

Malvinas:

40 años después

40 años después y miles mas, la música tiene ese poder de mantener la memoria eterna. 

Múltiples voces se hicieron eco de Malvinas. Voces de aquí, voces de allá y de todo el mundo testigo del dolor de la guerra. 

Compartimos aquí una selección de canciones en conmemoración por estos 40 años de Malvinas. Siempre argentinas. 

El poder transgresor de la literatura en la construcción de las memorias sociales argentinas en torno a la guerra de Malvinas

Por: Pamela Ferrero Leban
Graduada en el Departamento de Letras.

Según Paul Ricoeur (1999), la memoria no se realiza de manera aislada porque las personas no recuerdan en soledad, sino con la ayuda de los recuerdos de otros. Muchas veces, los recuerdos que una persona asume como propios son, en realidad, préstamos tomados de los relatos contados por otros. Así, el lenguaje, las narraciones juegan un rol fundamental en la construcción de la memoria: nos cuentan historias antes de que seamos capaces de apropiarnos de la capacidad de contar y de contarnos a nosotros mismos. 

 Elizabeth Jelin (2002), por su parte, considera que los sujetos no son receptores pasivos sino agentes sociales con capacidad de respuesta y transformación. La memoria como construcción social y narrativa es compleja, contradictoria, llena de tensiones y conflictos. Encontramos, entonces, situaciones de lucha por las representaciones del pasado, que implican diferentes estrategias para oficializar o institucionalizar las propias narrativas.

En este sentido, la guerra de Malvinas es un reemergente en el campo sociopolítico cultural y esto hace que siga constituyendo un elemento central para la configuración de la identidad nacional. Asimismo, invita a un debate abierto en el que puedan configurarse nuevos sentidos para que este acontecimiento, sin perder su singularidad, nos permita pensar nuestro presente y proyectarnos hacia el futuro. 

Podemos decir que Malvinas es ambigüedad: un gobierno que se encargó de privar de soberanía al pueblo impulsó una guerra para recuperar la soberanía argentina sobre las islas, recibiendo el apoyo de la misma sociedad que días antes había salido a la calle en una lucha antidictatorial; esta empresa bélica debilitó las demandas diplomáticas del país en los foros internacionales, haciendo retroceder posiciones alcanzadas hasta 1974. Montoneros luchaba contra la “guerra sucia” en el continente, pero apoyó a la dictadura en la “guerra limpia” de las Islas, “como si hubiera guerras limpias” (Bajo bandera, 1991). A su vez, la derrota militar hizo colapsar a la dictadura y permitió la democracia.

En relación a los sujetos sociales, también son ambiguas las representaciones que la sociedad ha construido sobre los soldados: héroes, víctimas, “pobres chicos”. También genera ambigüedad la fecha de conmemoración de Malvinas. Ansaldi (2002) sostiene que toda reivindicación del 2 de abril es necesariamente una reivindicación de un acto de la dictadura: el desembarco de las tropas argentinas en las Islas. Y señala que esta fecha reemplaza a la anterior, la del 10 de junio, establecida en conmemoración del nombramiento por el gobierno de Buenos Aires del primer comandante político y militar de las Islas, Luis Vernet, en 1829.

Todas estas ambigüedades –y todas las que seguramente faltan mencionar—se complejizan y profundizan de acuerdo a los usos de Malvinas en la cultura/política nacional, porque los sentidos atribuidos a Malvinas han ido cambiando a lo largo del tiempo de acuerdo a ideologías, políticas, gobiernos. Es decir que Malvinas sigue instalando luchas y resistencias, en las que el poder no queda exento y, como afirma Vicente Palermo (2007), la guerra de Malvinas es un reemergente en el campo sociopolítico cultural, y esto hace que siga constituyendo un elemento central para la configuración de la identidad nacional. 

En el marco de todas las ambigüedades que constituyen y configuran a Malvinas (las islas, la causa y la guerra), la literatura emerge como una herramienta eficaz para proponer un abordaje del tópico en toda su complejidad. El discurso literario es un poderoso dispositivo cultural y estético capaz de operar en orden a la cultura y a los sujetos, dado que participa e interviene en la disputa y construcción de significados sociales, representaciones y cosmovisiones. Por esta razón, puede –en un momento determinado- convocar a la historia ante la pregunta por cómo narrar los hechos reales y, de este modo, volver a abrir los interrogantes, mostrar versiones de la realidad que han sido silenciadas por los discursos dominantes y proponer modos diversos de recuperar las memorias colectivas de las experiencias pasadas.

Esta pregunta por cómo narrar los hechos reales, que por mucho tiempo ha preocupado a escritores y críticos literarios, se complica aún más en condiciones de represión y censura. En estos momentos, la literatura se coloca en un lugar indecible entre el documento fiel y la pura ficción y, desde allí, establece nuevas vinculaciones con otros discursos sociales que pretenden dar cuenta de la verdad histórica. Estos discursos son, fundamentalmente, los del poder dominante, los de los medios de comunicación y los de la historia. Así, en relación a la historia, la literatura -por ser un discurso que establece un pacto de ficcionalidad con sus lectores- no necesita presentar documentos que certifiquen lo que está narrando. Gracias a ello, la literatura tiene capacidades expansivas en la medida en que puede contar los intersticios, lo no dicho.

Por otro lado, en su vinculación con los discursos del poder que pretenden imponer su versión acerca de la realidad como si se tratara de “la verdad”, la literatura permite poner en evidencia el proceso de mediación/reconstrucción que existe entre todo acontecimiento histórico y el relato o narración que se propone dar cuenta de él. Así, el discurso literario, al elaborar diferentes versiones/perspectivas de un mismo acontecimiento, cuestiona la concepción de que la verdad existe por sí misma y de que es solo el discurso de la Historia el encargado de dar cuenta de ella.

Asimismo, puede discutir las versiones de los sectores dominantes dando voz a los sectores dominados, a los vencidos. De esta forma, además de proponer visiones diferentes acerca de la realidad, puede transformar las certezas y verdades absolutas en interrogantes que quedan abiertos a la discusión, la problematización y la discrepancia.

Mediante estos mecanismos, la literatura puede devolver las preguntas sobre la experiencia, las memorias, los documentos, las verdades y la ficción. Sin embargo, esta no resigna su propia conciencia de ser narración, ficción y escritura. Puede tomar ciertos materiales que provienen de la historia, pero lo hará para someterlos a otros sistemas de representación y para contar, de ese modo, otra cosa. (Kohan, 2001).

Referencias bibliográficas

  • Jelin, Elizabeth. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Ed. Siglo veintiuno de editores de España.
  • Kohan, Martín. (2001). “Historia y literatura. La verdad de la narración”. En Historia de la literatura Argentina I de Jitrik, Noe. Buenos Aires: Ed. Fondo de Cultura Económica.
  • Palermo, Vicente. (2007) Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura contemporánea argentina. Ed. Sudamericana.
  • Ricouer, Paul. (1999). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Arrecife: Universidad Autónoma de Madrid, Arrecife.

Los restos de la memoria: tonos e imágenes de un archivo posible del imaginario sobre la guerra de Malvinas

Texto adaptado del Trabajo Final de Licenciatura en Lengua y Literatura, dirigido por las profesoras Silvina Barroso y Anahí Asquineyer.

Por: María Emilia Videla
Prof. en el Departamento de Letras.

La guerra de Malvinas se presenta como un núcleo de significación importante en nuestra cultura ya que impulsa imaginarios sociales que permiten pensarnos como nación y que reemergen con fuerza desde los últimos años en el proceso que el estudioso Vicente Palermo (2007) denomina como “remalvinización cultural”. Espacio complejo y problemático, sobre todo por el papel que jugó como hecho final de una etapa crucial de la historia argentina: el llamado “Proceso de Reorganización Nacional” (1976-1983). Hoy, a cuarenta años del hecho, se impone como obligación, la reflexión y la memoria.

Entonces, ¿desde dónde pensar este campo complejo? ¿Cómo abordarlo? Estas preguntas nos condujeron al montaje de un material diverso y a la necesidad de una perspectiva teórica flexible que nos permita leerlo dinámicamente: la noción de “archivo” (Foucault, Derrida). Así, proponemos un “archivo posible” (Dalmaroni, 2010) del imaginario sobre la guerra de Malvinas para leer cómo ciertas imágenes y tonos conservan, reactivan y transforman sus sentidos, definiendo así los límites de la decibilidad –y de la memoria. Entendemos al archivo como el sistema de la discursividad, las posibilidades e imposibilidades enunciativas que este dispone, el juego de relaciones que ha permitido la aparición de las cosas dichas (Foucault, 2002) Aclaramos que como archivo posible, nuestra propuesta no pretende abordar la totalidad de imágenes y sentidos existentes vinculados al conflicto. 

Entonces, en esta oportunidad, tomamos como material discursos políticos que tienden a instaurar los regímenes de lo decible en cruce con obras literarias para tensionar esas posibilidades del decir, con lo dicho y lo no dicho sobre la “experiencia de la guerra”, las “subjetividades” relacionadas a ella y los tonos (Porrúa, Ludmer) que articulan los discursos y que proponen una mirada del mundo Malvinas. El campo temporal abarca desde la terminación del conflicto del Atlántico Sur en 1982 hasta 2016: Los pichiciegos de Fogwill escrita en 1982 durante el conflicto y publicada el año siguiente; el discurso de Raúl Alfonsín en 1984; las declaraciones conjuntas de las Delegaciones de Argentina y el Reino Unido que abren y cierran la época menemista (1990-1999); Las islas de Gamerro en 1998; Ciencias Morales de Kohan en 2007; los discursos de la ex presidenta Cristina Fernández en 2012; y los de Mauricio Macri, en 2016.  

Tanto la  política como la literatura aportan ciertas reglas de juego que influyen en las condiciones de posibilidad de los enunciados. Por un lado, recordemos con Verón (1987), que los discursos políticos son los producidos por las instituciones del Estado y sus representantes quienes ocupan una posición simbólica hegemónica en el campo social. Voces dominantes que instalan cierto tono en su discurso, tiñen de significaciones las imágenes sobre la guerra y dan espacio o no a las voces centrales del conflicto. Tonos que dan cuenta de un orden de mundo que se traduce y es traducido por cierta programática que rige al objeto Malvinas. Por su carácter didáctico y prescriptivo, los discursos políticos instalan performativamente sentidos en la sociedad que contribuyen a delimitar el campo de lo decible en ese momento. Así, arribamos a algunas conclusiones (aquí simplificadas): el discurso de Alfonsín instala un tono desmalvinizante a partir de la operación de deslizamiento con una programática clara de distanciarse de la última dictadura militar e ingresar el campo de significación de lo democrático y cívico, incluidos los combatientes tildados de “héroes de uniforme”. Este tono se acentúa en la época menemista llevando a un borramiento total de referentes (con énfasis en la omisión discursiva) vinculados a la imaginación sobre Malvinas y colocando en el centro la relación de amistad con el contrincante histórico, sentidos que se retoman, con algunos matices, en el macrismo. Por otro lado, la posición anticolonialista de Alfonsín y la instauración del otro inglés enemigo imperialista es retomado por el discurso domicilio kirchnerista pero con un tono remalvinizante que se ocupa de dar espacio discursivo a las voces centrales del conflicto: los sujetos soldados.

En cambio, la literatura se presenta como espacio discursivo complejo que si bien absorbe la dinámica sociopolítica y cultural en la que se produce, la transforma y complejiza al incluir estéticamente las voces sociales y sus evaluaciones. La literatura se presenta como práctica de escritura que intenta transgredir la lengua, potencia los sentidos y exhibe, en el diálogo con lo otro discursivo, lo horadado, lo no dicho de nuestro archivo. La literatura instala matrices –subjetivantes, retóricas, ideológicas, institucionales- de memoria que, en el juego con lo otro discursivo, traduce lo que resta del archivo (Dalmaroni, 2010), aquello que puja por dar habla a eso que el sujeto de la cultura no dice o que sigue dejando fuera, lo silenciado, lo que cuesta. Frente a lo inexplicable de la guerra, Los pichiciegos de Fogwill (“ficción fundante” en las representaciones sobre la guerra, según Vitullo, 2012) presenta la escritura literaria como lugar para invertir el mundo Malvinas, para dar tono irónico/paródico y poner en primer lugar el lenguaje la experiencia individual y social (privada y pública) mientras que Las Islas acentúa este tono al narrar las consecuencias del conflicto a partir de una carnavalización grotesca de la realidad de los noventa y del lugar del veterano. Por último, en Ciencias Morales la experiencia de la guerra no transmisible no se tematiza pero sí la experiencia del horror y su genealogía, los discursos y prácticas históricas que delimitaron el campo de las posibilidades del decir: imagen ciega de la (in)experiencia marcada por la omisión y alusión, por el tono de silencio.

Entonces, resulta interesante ver cómo en el diálogo entre los discursos, los sentidos más conservados se activan a partir de los tonos en los discursos políticos, mientras que el cruce con el arte/la literatura da profundidad al archivo, dejando salir lo no dicho, lo que está en potencia y se hace materia literaria sobre la experiencia de guerra y los sujetos. En un paralelo con la noción de experiencia benjaminiana, lo que resta en la literatura sería aquello que se convierte en vivencia luego del shock y del recuerdo, al ser tematizado en materia poética. Entonces, la guerra de Malvinas se constituye como hecho traumático que se dice/se intenta decir, shock que marca las experiencias de los sujetos y que logra “decirse”, “tematizarse”, con otros matices en las obras literarias ya que se convierte en potencia narrativa–compartida- de vivencias. 

Archivo de imágenes para la memoria sobre Malvinas. Imágenes como huellas de la memoria que implica una actitud de ver, de leer, sabiéndose implicado, un “mirar bien” la imagen para lograr ese desconcierto que nos permite renovar nuestro lenguaje y nuestro pensamiento. Una propuesta de archivo no solo para luchar contra el olvido sino para entender el presente en el que las imágenes se activan (se leen) y el porvenir que pueden instaurar, para ver cómo se transformaron a través de la historia, cómo continúan funcionando y cómo brindan la posibilidad de aparecer a otros discursos sobre la guerra de Malvinas.

Bibliografía

  • Bajtin, M. “La palabra en la novela”. En: Teoría y Estética de la novela. Taurus. Madrid.1990
  • Dalmaroni, M (2010) “La obra y el resto (literatura y modos del archivo)” Telar 7-8: 9-30
  • Didi-Huberman, G (2012) “El archivo arde”. Georges Didi-Huberman y Knut Ebeling (eds.), Das Archiv brennt, Berlin, Kadmos, 7-32. Traducción de Juan Ennis. Recuperado de http//filologiaunlp.wordpress.com/bibliografía/
    [21/3 12:45 p. m.]
  • Foucault, Michel (2002) La arqueología del saber Siglo XXI Editores.
  • Palermo, V (2007); Sal en las heridas: Las Malvinas en la cultura argentina contemporánea; Ed. Sudamericana.
  • Rancière, J. (2011) Política de la literatura. Libros del Zorzal.
  • Verón, E (1987) “La palabra adversativa Observaciones sobre la enunciación política” En: El discurso político, Hachette.
  • Vitullo, J (2012); Islas imaginadas: La guerra de Malvinas en la literatura y el cine argentinos; Ediciones Corregidor.

Malvinización en las escuelas.
El importante rol docente en la alfabetización en relación con los derechos argentinos sobre los archipiélagos australes y sus espacios marítimos circundantes.

Por: Laura Angélica Figún
Estudiante del Prof. en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales.
Dpto. Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales - FCH- UNRC – Miembro del Área Malvinas.

A 40 años de la guerra de Malvinas no podemos dejar de interpelarnos sobre la desmalvinización colectiva existente. Para la sociedad en general, Malvinas es un tema que se remite al estudio de los hechos acontecidos entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, donde la República Argentina es derrotada militarmente por Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y sus aliados, los cuales son abordados dentro de una unidad del espacio curricular como lo es Historia Argentina.

Debemos tomar conciencia de que la ocupación militar a través de la fuerza por parte de Reino Unido de las Islas Malvinas, es algo que nos trasciende a todos como sociedad y no está limitado a una disciplina específica. De esta manera, podemos salvar dudas espontaneas por parte de los estudiantes en otros espacios curriculares como, geografía, ética y ciudadanía o literatura. Es importante que la sociedad argentina en general, tome real conciencia y compromiso sobre los fundamentos en los que se basa el reclamo de soberanía de la República Argentina sobre archipiélagos australes y sus espacios marinos circundantes.

Recordemos que Reino Unido  usurpa las islas en enero de 1833. A partir de ese momento, en contestación a las protestas realizadas por Argentina, Reino Unido alega como base de su reclamo, los derechos adquiridos por “descubrimiento y ocupación”.  Aunque el titulo basado en el  descubrimiento fue dejado de lado por el Reino Unido a partir de 1964” (Bologna, 1992:15)

En cuanto a la ocupación que alega Reino Unido, cuando se presentó  por primera vez en Naciones Unidas el tema Malvinas en el año 1964, el representante ingles C.F. King manifestó que desde las actividades llevadas a cabo por la corona británica desde épocas anteriores, habían alcanzado para obtener los títulos de las islas Malvinas por ocupación. Además, el gobierno británico considera que “el establecimiento de la soberanía británica por una abierta, continua, efectiva y pacifica ocupación por casi  un siglo y medio” era suficiente para declarar la prescripción de los reclamos realizados por Argentina, ya que esta no había sido constante desde 1833 como declaraba su representante, sino que su reclamo se mantuvo silenciado por treinta y cinco años. Por lo tanto, y para este momento, Reino Unido en 1964, reclama la soberanía sobre las islas, basados en los institutos de la “ocupación y la prescripción”.

 Si bien el título de descubrimiento, desde el aspecto jurídico es un titulo imperfecto, tiene validez si es seguido por la ocupación. Respecto a los títulos de ocupación y prescripción, son señalados como primeros colonizadores u ocupantes a los franceses en el año 1764, cuando Bougainville toma posesión de las islas el 5 de abril en nombre del Rey de Francia Luis XV, llamando al lugar de asentamiento “Puerto Luis” (Isla Soledad). 

En el año 1833 se produjo la usurpación de las Malvinas por parte de los británicos quienes aprovecharon una situación conflictiva entre EEUU y Argentina en el archipiélago. Recién en 1910 comienzan a surgir dudas respecto de los derechos del Reino Unido sobre las islas, incluso ya en el año 1848 los parlamentarios británicos se cuestionaban su derecho de ocupación en el archipiélago el gasto económico que implicaba al gobierno británico, el sostenimiento de la colonia en las Islas Malvinas.

Respecto a los argumentos británicos sostenidos para argumentar la prescripción de los derechos argentinos sobre el territorio, según Barberis, no se encuentra en la jurisprudencia ningún precedente en el que se haya adjudicado a un Estado la soberanía de un territorio cuya posesión se obtuvo por violencia y dolo. (Bologna, 1992: 23), es así que la prescripción no aplica para el conflicto por la soberanía de Malvinas, debido a que por parte de los ingleses, esta posesión argumentada que es llevada a cabo desde el año 1833, no fue ininterrumpida, ni indisputada o incontestada, ya que Argentina nunca renuncio a su derecho a recuperar la  soberanía y ha manifestado sus derechos sobre las islas, pese al “silencio” por 35 años argumentado por Reino Unido. De esta manera, el conflicto por la soberanía sobre el territorio en disputa, queda sin resolver hasta nuestros días. 

Hacia la década de los sesenta, periodo caracterizado por la crisis del Paradigma de la Modernidad cuyos pilares fundamentales comienzan a ser cuestionados, los procesos de descolonización adquieren un gran auge y desarrollo. En ese momento, se observaba que la colonización producía el sometimiento económico cimentado sobre la idea de que “existen países desarrollados y países subdesarrollados”. Este movimiento generó un contexto para que nuestro país se hiciera presente en una instancia multilateral como la Organización de las Naciones Unidas, reclamando el tratamiento de la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas. En este aspecto, las Naciones Unidas jugaron un rol importante en las negociaciones entre Argentina y Reino Unido, con fundamento en el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas que establece como uno  de los propósitos fundamentales de la organización el de “mantener la paz y la seguridad internacionales” y en referencia a este principio, la necesidad de terminar con el colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, considerado como “una amenaza para la paz y la seguridad internacionales”.

De esta manera, el 16 de diciembre de 1965 se aprueba en la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Resolución 2065/XV, en la cual se expresa el reconocimiento de la existencia de una disputa entre los gobiernos del Reino Unido y Argentina acerca de la soberanía sobre dichas islas, invitando a los gobiernos a “proseguir sin demora las negociaciones encomendadas por el Comité Especial a fin de encontrar una resolución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y la resolución 1514 de la Asamblea General, así como los intereses de la población de las islas Malvinas” (Bologna, 1992: 30).

Desde ese momento, tras varias instancias de acercamiento y alejamiento entre ambas naciones, y ante una situación coyuntural política y económica que la afectaba, el 12 de octubre de 1979 el canciller británico Lord Carrington tras presentar varias opciones a la Primera Ministro, insiste en la amenaza grave de invasión que conllevaba el sostenimiento de la colonia y de continuar con las conversaciones sin hacer concesiones en materia de soberanía. En ese marco considera como mejor solución al arrendamiento, algo que la Primer Ministro, Margaret Thatcher resolvió no tratar. La falta de voluntad de negociación por parte de los británicos, sumado a una situación coyuntural complicada desde lo económico encaminarían a ambas partes a la guerra en 1982.

En la actualidad, la principal tesis británica utilizada para justificar la ocupación ilegitima es, además de la ocupación y la prescripción, “la autodeterminación de los pueblos”. A pesar de esto, es menester reconocer y reafirmar la importancia de los títulos indiscutibles que posee nuestro país, junto a los argumentos históricos, jurídicos y políticos que avalan su posición. En este punto, es menester rescatar que éstos son apoyados por las Naciones Unidas, quienes nunca han cambiado sus resoluciones, las que han favorecido a nuestro país, en el devenir histórico. Y, que a pesar de la Guerra, el Comité de Descolonización continua sosteniendo que existe un conflicto de soberanía entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, el cual debe resolverse a través de la negociación. 

Sin dudas, la cuestión Malvinas es más extensa de lo que se aborda en este escrito, aunque, lamentablemente, muchos de estos hechos y fundamentos sobre los que se basan los derechos argentinos sobre los archipiélagos, son desconocidos por la sociedad argentina en general. Es así, que como educadores, quienes pertenecemos al gran aparato de reproducción ideológica y masificación de discursos, que es la institución educativa, urge utilizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, (comprendido este como la interacción entre pares, docentes y comunidad), para llevar a cabo distintas formas de alcanzar un proceso de toma de conciencia y transformación social del pensamiento en torno a las Islas Malvinas y los espacios marítimos circundantes. 

Para esto, primero, tenemos que ser conscientes del modelo pedagógico al cual adherimos, el cual, nos va a marcar los lineamientos de nuestra planificación. Este escrito adopta el modelo pedagógico constructivista, dando lugar a instancias de modelo critico. En base a esto, y respetando los diseños curriculares nacionales, provinciales e institucionales, junto al interés, los tiempos y colaboración de los pares docentes, recursos y herramientas con los que se cuentan, empezar a desarrollar trabajos interdisciplinarios respecto del estudio de Malvinas.

Luego, debemos indagar respecto a los conocimientos previos de los estudiantes, sus intereses, reflexiones etc. en relación al tema. Además, debemos tener presente, los recursos y herramientas que poseen estos para poder llevar a cabo producciones y compartirlas con la comunidad expandiendo, fuera de la institución escolar, el proceso de remalvinizacion. En este sentido, no debemos olvidar la experiencia de los estudiantes del “IPET 258” My. Ingeniero Francisco de Arteaga (Las Higueras), que en el año 2009 construyeron un simulador de vuelo a partir de un viejo fuselaje del Mirage Dagger “C427”. Además, invitaron al Comodoro Pablo Marcos Carballo a contar su experiencia y pilotear su simulador (el video se encuentra disponible en YouTube)

Con este punto de partida, podemos abordar los hechos históricos en historia, el aspecto geográfico en geografía, la expresión artística en arte o plástica, la manifestación musical en música, los escritos en lengua y literatura. Además, porque no, empezar a ver otras disciplinas e involucrarlas en el estudio de Malvinas, por ejemplo aplicar matemáticas al cálculo que debían hacer los pilotos al momento de lanzar los misiles, ya que los aviones, a diferencia de los ingleses, no contaban con computadoras. Además, la física involucrada en el lanzamiento de un misil o en la química necesaria para que los proyectiles exploten, etc.

Es importante resaltar que el abordaje no debe agotarse en los libros de textos y realización de trabajos evaluativos. Es importante que retomemos la historia desde los testimonios de excombatientes, de las mujeres y su participación en conflicto, que suele dejarse de lado, el recuerdo de la sociedad civil, el análisis de los monumentos a los caídos, etc., para una mirada integral.

De esta manera, con el abordaje en la institución educativa, y la transmisión, enriquecimiento y transformación de ese conocimiento con las familias y la comunidad toda, se podrá alcanzar un real proceso de malvinifización.

Malvinas como tópico en la ficción y en la cultura:
dispositivos áulicos

Por: Julieta Celuci
Graduada en el Departamento de Letras

En el campo de la imaginación se mueve Julieta Vitullo (2012), al ubicar la discusión sobre la Guerra de Malvinas en la literatura y el cine argentinos. Vitullo afirma que se ha fabricado una cadena discursiva tendiente a producir una “posesión imaginaria” (p. 17) de las islas, mediante textos que las sitúan en el territorio del “anhelo”, o de la “imaginación épica” (p. 18). En este punto la autora resalta que las ficciones de posguerra discuten con esta épica, y la tensionan. El foco de la autora, por lo tanto, es la ficción que permite poner de relieve el miedo y el deseo en torno de una guerra, y de un territorio que con fuerza ha calado más en el imaginario que en la experiencia real del colectivo social. Con todo, creemos que probablemente sea no solo las memorias, sino también la imaginación uno de los campos desde el cual podamos potenciar, desde nuestra práctica pedagógica, la producción de nuevos sentidos en torno de este pasado traumático. Como práctica de la revisión y de la crítica del pasado, Inés Dussel retoma a Larher y coincide con este en que:

La pedagogía así se convierte en un ámbito «no para trabajar estrategias más eficaces [y transparentes] de transmisión sino para ayudarnos a aprender a analizar los discursos que están disponibles y circulan entre nosotros, cuáles nos invisten, cómo estamos inscriptos por lo dominante, y también cómo estamos afuera de ello, y somos otro que lo dominante.» (Lather 1991: 143). Es memoria y es olvido; es transmisión de una tradición y es habilitación de un lugar que la conteste y la recree.” (p. 290)

Como formas en que las voces de nuestros estudiantes han tenido lugar en la reconfiguración de las memorias, con un previo ordenamiento por parte de la docente, destacamos a continuación algunos dispositivos trabajados en el aula para poner a funcionar la lectura de textos y relatos, así como la producción de sentidos sobre Malvinas. Estos dispositivos han sido los siguientes:

  • La pregunta para recuperar memorias/saberes: ¿Qué sabés o has aprendido sobre la guerra de Malvinas?; ¿Qué quisieras/podrías aprender?1
  • El dispositivo de la imagen y del video, para acercarnos a discursos militares y tapas de diarios de la época, así como a registros fotográficos de los soldados durante el combate.
  • Volver, mediante la pregunta, a lo que los estudiantes saben, recuperar las expresiones que usan, las historias que conocen.

Mencionamos en este punto que la elección de estos dispositivos se sustenta en la noción de cuento, al modo en que lo conceptualiza Josefina Ludmer (1999): “Son un tipo de cuento que no solamente están en la literatura argentina. Se sitúan más allá de la diferencia entre ficción y realidad; se sitúan entre texto y contexto, entre literatura y cultura.” (p. 15) Creemos acertado no restringir el espectro de posibles lecturas a la ficción, sino de abrir el texto literario y dejar que sea atravesado por expresiones de la cultura, en particular de la popular, de sus “cuentos”, saberes, expresiones, sentires, rumores, etc., con el fin de recuperar y trabajar esas memorias.

Continuando con las experiencias de lectura en el grupo E del PIT 14-17 IPEM 95, durante las horas de Lengua y Literatura, destacamos haber abordado textos literarios de ficción. En 2018, la novela Trasfondo (2012), de Patricia Ratto, que por su extensión y estilo narrativo implicaba el acompañamiento constante docente; incluso la reconstrucción de la historia mediante la narración oral, por parte de la profesora. La narración oral es un elemento constitutivo de la cultura popular, por lo que creemos pertinente haber decidido usarla, sujeta a la historia, como estrategia para estimular el desarrollo de un rol activo intérprete y productor de sentidos por parte de los estudiantes del PIT.

Acompañamos la instancia de la lectura y la narración compartida con guías de preguntas escritas que cumplimentaron los saberes previos y los modos de acercase a la narración propios de esta cultura, con la teoría literaria: estudiantes del trayecto 3 en Lengua y Literatura, en 2018, reconocieron la estructura narrativa en primera persona, y los procedimientos de repetición y recurrencia en el relato; y con esto, los efectos de encierro, locura y distorsión de la realidad elaborados como estrategias en la novela Trasfondo para problematrizar el rol del soldado como víctima del Terrorismo de Estado.  A partir de estos sentidos construidos, se pudo dialogar sobre ese rol desde un enfoque de derechos.

Al año siguiente, en 2019, estudiantes de trayecto 4, trabajaron con el cuento La soberanía nacional, de Rodrigo Fresán, y pudieron reflexionar sobre la ironía de su título, ya que ninguno de los personajes de la historia, -conscriptos en la guerra de Malvinas-, realmente está en la guerra por la soberanía sobre las islas: “[Todos los personajes] tenían distintos pensamientos: uno iba por obligación, otro porque quería conocer a los Rolling Stones, y otro por curiosidad…”; “El título entra en contradicción [con la historia]”, fueron algunas respuestas construidas. En definitiva, una experiencia inicial para empezar a subvertir el discurso de la heroicidad y la romantización de la guerra, desde la práctica de la lectura literaria en la escuela.

Cabe mencionar, finalmente, el caso de una estudiante del trayecto 4 que se animó a escribir un cuento sobre Malvinas, en el que los tiempos de la historia son muy ambiguos: por momentos pareciera futurista, y en otros, se ubica en un pasado incluso anterior a la guerra de Malvinas, para finalmente volver al presente de la guerra. Pareciera Malvinas ser un territorio ajeno, atemporal por ser geográficamente distante quizá.  El cuento de la estudiante cierra con la recuperación de las islas. Un final que tal vez sea un deseo colectivo. 

La producción de sentidos es la posibilidad de proyectar deseos, convertirlos en tangibles en la materialidad del texto. Concreción ficticia, por eso ni verdadera, ni falsa: posible. Y es en ese primer ejercicio de la escritura donde el estudiante pone a funcionar sus lecturas previas, donde las tensiona, donde se encuentra con sus temores y deseos. Será la mediación docente la que acompañe la reconfiguración de esto en posibles futuros tejidos desde una educación emancipatoria, popular, que nos devuelva nuevos mañanas sobre ese pasado de guerra; otras formas de habitar Malvinas como tópico, caminando hacia un proyecto político crítico, emancipatorio, popular, donde Malvinas tenga además lugar como territorio.

 Horizontes

“¿Imaginar será preguntar al pasado?”, nos/se pregunta Flores. Y en este diálogo que tendemos entre autoras, Vitullo se aproxima quizá a esta pregunta: en este presente de fragmentaciones, y en una guerra y territorio que más bien existen en el distanciamiento -es más probable saber sobre Malvinas que haber estado allí-, la autora sostiene que las ficciones abren una serie de posibilidades interpretativas y productoras de sentido. No solo sobre la guerra de Malvinas, sino sobre la guerra como estado de situación y producción de relaciones sociales, y sobre la territorialización de la nación desde un modelo cultural patriarcal, machista, homo-odiante. Solo por nombrar algunos ejes, que Vitullo elabora, entre otros, en su trabajo. 

Nos parece oportuno introducir a futuro en este abordaje -todavía en desarrollo- sobre las experiencias de lectura en el aula para producir nuevos sentidos asociados a la Guerra de Malvinas,  el arraigo de las pedagogías feministas populares, ya que marcan un rumbo político en la práctica de recuperación/resignificación del pasado. El movimiento de los feminismos populares es el que se ha encargado en buena parte de articular alternativas frente a proyectos político-pedagógicos diametralmente opuestos al de los derechos humanos populares, contrahegemónicos. 

Al respecto, Claudia Korol (2016) señala que “La pedagogía feminista recupera de la pedagogía popular datos centrales […] Con esas aproximaciones dialogamos e indagamos la realidad, pensamos la lucha antiimperialista y promovemos articulaciones para sostenerla…”. (p. 23). La escuela es un escenario/territorio en el que estas discusiones deben darse, donde se pueden practicar experiencias de lectura que impliquen poner en funcionamiento elementos de la cultura popular, así como aportes feministas para desnormativizar y despatriarcalizar nuestras prácticas educativas.

 Abrirse a los entramados

Esta es apenas una sistematización de la experiencia de la práctica de la lectura literaria en una escuela pública del sur de Córdoba. Sin embargo, no es poca tarea practicar la memoria y la imaginación en la escuela, en esta parte del mundo. Ni es menor hacerlo desde las construcciones y las disputas del campo popular, del campo de los oprimidos, quienes son, desde el enfoque que hemos intentado poner a funcionar, los sujetos de derechos en nuestra práctica docente. 

También creemos que esta, apenas una sistematización, es por donde empieza la posibilidad de encontrar trazas de continuidades con otras experiencias diversas, sobre los ejes de la imaginación, la memoria, y la cultura popular. ¿Podremos tender redes entre ellas -experiencias pedagógicas populares, feministas, alternativas- para caminar con certeza hacia esos futuribles que imaginamos? 

Este escrito acerca de la práctica de la lectura literaria y la recuperación/resignificación de las memorias sobre la Guerra de Malvinas es apenas un aporte, pero también es una demanda, una urgencia en la tarea de fortalecer los derechos humanos. Somos convencidos y convencidas de que las memorias nos sostienen, al igual que la imaginación. Y que fundamentalmente nos sostienen las construcciones entramadas, la comunidad que se levanta sobre aquello. Con esta certeza, Esperamos tejer redes de experiencias para fortalecernos en cada territorio donde se practiquen las memorias y se proyecten posibilidades nuestras, populares, emancipadoras.

1 Las respuestas a estas preguntas pueden organizarse y sistematizarse en los siguientes grupos:

  1. Estudiantes que se autoperciben como sujetos que no tienen conocimientos al respecto: aquí pueden mencionarse las respuestas del tipo: “Nada”, “¡No sé nada profe!”, “No me acuerdo”. Luego de dialogar con ellos, algunos agregaron a sus respuestas: “Sí, qué se yo… [Me acuerdo] que fue una guerra”; y “[Me acuerdo de] El gol de Maradona contra Inglaterra en el mundial 1986”.
  2. Estudiantes que recuerdan información con errores: se relevaron respuestas como: “[La guerra] fue en 1882. Perdimos en Malvinas. Malvinas se ubica al sur de nuestro país”; o “Sé que chicos muy jóvenes iban a luchar con España para recuperar las islas Malvinas, y para que pertenecieran a Argentina.
  3. Estudiantes que recuerdan información acertada sobre Malvinas: ”Fue un enfrentamiento entre Argentina y el Reino Unido. Entre el 2 de abril y el 14 de junio”. Otros, de manera autónoma, respondieron: “[Sé] Que los militares le declararon la guerra a los ingleses y perdieron…; “Sé que lucharon con Inglaterra”; “Hacían creer en diarios y noticias que Argentina estaba ganando […] Argentina mandó gente a la guerra cuando la mayoría no tenía experiencia.” 

Malvinas no es el 2 de abril solamente,
Malvinas son los 365 días del año, de estos 40 años.

Por: Armando Alfonso URAN
Ex Soldado Conscripto Combatiente en Malvinas. Unidad Batallón de Infantería de Marina N°5 compañía OBRA. Sección Mortero 60mm Posición Pony S Pass. Combate nocturno del 13 de junio de 1982 en el ataque de la Guardia Escocesa.

Hay muchos aspectos para hablarle a la Universidad Nacional de Río Cuarto. Lo primero que aparece en mi impulso de hablar a la UNRC es el olvido, o el desentendimiento, no solo de la UNRC sino de las instituciones del estado, de casi todas las instituciones que en los 40 años de post guerra no tuvieron la voluntad o el compromiso de generar espacios de trabajo a los ex soldados conscriptos combatientes de Malvinas. Como la sociedad toda, nos veían que no nos podíamos insertar laboralmente, pero miraban para otro lado.  Lo viví como empleado de Ferrocarriles Argentinos, ninguna institución educativa se acercó o se preocupó por lo que nos estaba pasando, fue así no hay nada inventado.  El trabajo es el sustento de las personas, en mi caso y como muchos ex combatientes tuvimos que soportar la Desmalvinizacion y la Racionalización empresarial. Pasó cuando volvimos de la guerra y sigue pasando. Una sociedad que no dimensiona a los soldados conscriptos ex combatientes como personas que necesitábamos acompañamiento para reinstalarnos en la vida que el estado había modificado, transformado, redifinido al enviarnos a la guerra.

El tiempo es testigo de esa dictadura cívica y militar que nos llevó a la Guerra, pero la guerra terminó el 14 de junio de 1982. Terminada esa guerra, y hasta el día de hoy, se instaló en la sociedad, el estado y sus instituciones, la desmalvinización.

Son muchos los ejemplos de hoy, y de acá, de esta ciudad pequeña, en que nos conocemos todos.   Sólo basta con dar un recorrido por las 3 plazas de la ciudad dedicadas a honrar a nuestros 362 caídos héroes de Malvinas. Una, el paseo Héroes de Malvinas convertido en una feria con puesto de choripán y todo, con la bandera raída, sin un solo signo ni símbolo de que es un lugar donde se honran a nuestros héroes muertos en la guerra. La otra, que lleva el nombre de uno de los soldados caídos. La plazoleta en Banda Norte en honor al Compañero Julio Cesar Rivarola, ex Soldado conscripto combatiente en Malvinas, del R I 25, Ejército Argentino, fallecido en la Postguerra. Sólo una placa en una pequeña construcción despintada y medio desmoronada donde puede sentirse y casi verse el olvido. Y la tercera, una plaza en el barrio Fénix en Homenaje a Juan WASDRIK, cabo primero del ejército, caído en Malvinas en la que ni siquiera la placa puede leerse, una mano, escribió con pintura, a mano alzada “para Juan”. Y uno se dice, es una falta de respeto un abandono total, me llena de tristeza. Y uno se pregunta, cómo puede ser que la Municipalidad de la ciudad de Rio Cuarto y el Consejo Deliberante no vean, no miren.

Tampoco vi repudios a la represión y ataque con gases lacrimógenos por parte de la policía de CABA (con lo que significa para alguien que estuvo en la guerra) que sufrimos los excombatientes al marchar para manifestar reclamos por las prestaciones del PAMI.  

Con que cara nos van mirar, y a los familiares de los caídos, el 2 de abril. Con qué cara mirar a los familiares caídos en la posguerra y a los familiares de los que se quitaron la vida, con qué cara van a mirar a los veteranos de guerra de Malvinas, que casi a 20 días de los 40 años fueron apaleados por la policía. 

La desmalvinización atravesó y atraviesa a la sociedad toda, a las instituciones del estado, a la obra social a la que tenemos que movilizarnos por la cobertura, a la policía que nos reprime, a los que ensucian los monumentos o plazas en homenaje a sus héroes caídos en combate, a los que se desentendieron y no nos dieron trabajo, a los que olvidaron. 

Más allá de lo que expreso en este escrito digo que es bueno agradecer y seré eterno agradecido a quienes nos abrieron las puertas para dialogar sobre la cuestión Malvinas en nuestra ciudad y toda la provincia de Córdoba y  a nivel nacional.  Pues sigamos construyendo por la recuperación y no nos olvidemos de nuestros símbolos patrios, no nos olvidemos de nuestras fechas patrias , no nos olvidemos del 3 de enero de 1833 , no nos olvidemos del gaucho Rivero un joven entrerriano que puso lo que había que poner allá en Malvinas en el agosto 1833 , no nos olvidemos de los jóvenes de 18 años, los Cóndor que el año 1966 en un vuelo de bandera Argentina fueron a Malvinas y plantaron 7 banderas, no nos olvidemos del 2 de abril que fue la recuperación de Malvinas,  luego el 1 de mayo  se desata la guerra. No voy a idolatrar la guerra porque no es nada buena, pero en esa guerra fallecieron en nuestras Islas Malvinas 632 compañeros. No nos olvidemos de las Madres de Malvinas, las de los 632 y las de los que pudimos regresar a la Argentina continental.

Malvinas no es el 2 de abril solamente, Malvinas son los 365 días del año, de estos 40 años.

Cine y Malvinas:

Memoria viva en el cine argentino.

Compartimos aquí una selección de películas  que construyen su narración a partir de significados sobre Malvinas.

Realizado por:

Equipo de Comunicación Institucional

Marcos Altamirano
José Ignacio Salazar
Javier Toribio

2022 - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad Nacional de Río Cuarto