Facultad de Ciencias Humanas

18 de marzo - Inicio del primer cuatrimestre

“Seguimos estando por detrás de alguien”

Con motivo del Día de las Mujeres Rurales, desde #PensemosDiverso dialogamos con la productora agroecológica Ivana López sobre el sentido de ser una mujer rural que apuesta a la agroecología en el sur de Córdoba y las desigualdades de género que atraviesan al sector.

 

Desde el 2017, Naciones Unidas (ONU) conmemora cada 15 de octubre el Día Internacional de las Mujeres Rurales, como forma de reconocer y visibilizar la función y contribución decisiva de la mujer rural en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. 

Darle visibilidad a este trabajo que asumen muchísimas mujeres alrededor del mundo -en América Latina y el Caribe son 58 millones de mujeres las que viven en zonas rurales- se torna necesario para comenzar a desmantelar la idea tradicional y naturalizada de que son los hombres quienes trabajan la tierra y producen alimentos. Una idea patriarcal que en la práctica termina en la negación y vulneración de los derechos de las mujeres rurales, según explica la becaria del Conicet Clara Vallejos (2011).

En Argentina, el 50 por ciento de la población rural está conformado por mujeres que realizan diversas actividades día a día, apostando al desarrollo de sus familias y sus comunidades: labran la tierra, cuidan animales, trabajan la materia prima, son tamberas, técnicas, amas de casa, profesionales. Pero ¿cómo se da esta situación aquí cerca, en Río Cuarto y zona, donde la agricultura, la ganadería y el monocultivo ocupan lugares privilegiados social y económicamente?

Ivana López es una productora y médica veterinaria cuya granja se encuentra ubicada en Tres Acequias, una localidad 20 kilómetros al noroeste de Río Cuarto. Ella trabaja en esas tierras desde hace siete años, pero no se considera propietaria, sino alguien que esta de paso por un lugar que le toca cuidar. Allí produce hortalizas bajo invernadero, frutales, cría gallinas ponedoras, algunas vacas y espera poder volver a tener, como lo hizo antes, pollos. Todo de forma agroecológica.

Sostiene que hay todavía mucho camino por andar para llegar a la igualdad de género en el ámbito rural: “Seguimos estando por detrás de alguien, a la sombra de alguien. Y falta que la labor de la mujer sea tomada con mayor seriedad, con más importancia. No se valora lo suficiente, creo que porque tampoco se es consciente de todo lo que hace una mujer en el campo”.

Es por esto que cree necesario reivindicar el rol de las mujeres rurales, que muchas veces queda invisibilizado, pese a su papel clave en el desarrollo de las sociedades y su contribución a la soberanía alimentaria. Esta labor, que la entrevistada califica como noble e importante, de a poco comienza a tenerse en cuenta desde las entidades agrícolas y por parte de quienes crean políticas públicas para el sector, sobre todo porque la lucha de las mujeres ha comenzado, desde hace algunos años, a permear distintos sectores. “Lo que se ha logrado, se logró por una lucha femenina y no porque el Gobierno haya tendido una mano, o haya visibilizado la situación. Las que alzamos la voz y levantamos las manos somos nosotras, y de ahí viene el resto”, dice Ivana.

Y en este sentido, considera necesario comenzar a diagnosticar la situación de las mujeres que viven en los campos cordobeses y los trabajan, qué hacen, por qué lo hacen y en qué condiciones, ya que en algunas regiones de la provincia los recursos son más escasos y el trabajo se vuelve más arduo. Y con esa información, sentarse a proyectar acciones que se transformen en ayuda real y no sean solo salvavidas momentáneos.

La productora resalta otra problemática, una que comparte con las mujeres urbanas: el tener que realizar muchas veces el trabajo rural mientras se materna. Tarea doble que en su caso se incrementó durante la pandemia. “Estamos a cargo de nuestros niños y trabajamos más de una vez con ellos. No tenemos la libertad de levantarnos y salir a trabajar sin más. Eso es una cuestión a resolver para todas”, dice.

El acceso a la tierra por parte de las mujeres es otra arista que aparece a la hora de pensar el género y la ruralidad. En Argentina solo el 16,2 por ciento de las tierras cultivables está en manos de mujeres. Ivana se encuentra dentro de ese pequeñísimo porcentaje. Desde allí asegura que Río Cuarto y la región no son la excepción a la regla: la tierra generalmente le pertenece a un hombre. “Creo que hay una cuestión social muy fuerte que tiene que ver con que cuando la mujer es propietaria de un lugar, se piensa que no va a poder producir, que necesita que haya un hombre en el campo para que el proyecto salga adelante. No creo que esto sea así, que sea determinante la presencia de un hombre. Sería una maravilla que podamos aunar fuerzas y energías, tanto masculinas como femeninas, para llevar un proyecto adelante, sea en el campo o fuera de él”, expresa.

Más allá de esto, para Ivana ser una mujer rural es una elección de vida que la llena de orgullo. Significa reivindicar muchas de las enseñanzas que le dejaron sus abuelos/as y conectar con la tierra y con su costado sensible. “Me da mucho placer vivir así, vivir en el campo”, afirma y agrega que toda su vida transcurrió en la ruralidad, excepto su periodo como estudiante de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Explica que es también el trabajar la tierra desde la agroecología lo que le da sentido a su vida: “No podría producir con agroquímicos, no está dentro de mi lenguaje ni de mis pensamientos. Un amigo una vez me dijo ‘tenes que dar las gracias, sos un granito de arena consciente’. Y creo que ahí está el sentido, en estar cuidando la tierra y produciendo, de forma consciente, alimentos sanos, para mis hijos, para mí y para el resto de la sociedad”.